martes, 19 de noviembre de 2013

Amantes Imperfectos

Ella se prepara para sentir.
Él la mira, y los dos saben que pasará esa noche.
Se hacen los ilusos pensando que así nadie se dará cuenta.
La luna es cómplice de su secreto.
La cama es el punto de encuentro y ellos lo saben.
El se acuesta primero pretendiendo soñar con ella.
Ella se recuesta pensando que el duerme.
Se siente solo la música de fondo.
Y dos respiraciones a la par.
Su mano aparentemente dormida intenta acariciar su cuerpo.
Pero el pudor se apodera de ellos y la timidez es la tercera en la cama.
Se acomodan intentando provocar algo en el amante.
Y el crujido de la cama los vuelve más incómodos.
El deseo ya no quiere hacerse desear…
Sus labios están a un paso de comerse…
Pero el primer paso se hace esperar.
Ella no aguanta más y cada vez más cerca…
Sus manos empiezan a temblar y sus corazones son la banda soporte.
Una caricia empieza a funcionar, feliz empieza a avanzar,
Llega el beso, y las células comienzan a acelerarse.
Una cosa lleva a la otra… y ella ya está encima de él.
El calor del ambiente hace que las ropas queden en el suelo.
No importa si sus cuerpos no son perfectos.
Pero en las sombras no se sabe donde comienza el uno y termina el otro.
Se desatan de placer, tiemblan, relampaguean.
Gozan re gozan, uno a uno, piel a piel.
Besos en el cuello, uñas en la espalda.
Capullos que explotan, gemidos que estremecen.
Se eriza la piel, se sienten sus besos en la espalda.
Tratando de demostrar algo de amor, entre tanto fuego.
Se enrollan hasta los dedos de los pies.
Y no hay nada en que pensar, ni porqués que responder
El momento es perfecto.
Entre senos y sudor el momento va llegando a su culminación.
Extasiados, embriagados, desordenados.
Se van al cielo entre sabanas rojas.
Y bajan a la tierra en tono de suspiración.
Son sexuales, son amantes eternos.
Sus cuerpos se vuelven a cubrir, para ocultar cierto grado de vergüenza.
No se arrepiente de lo que han hecho.
Fueron ellos galopando salvajemente en la cama.
Ahora son amigos con ropa, compartiendo un cigarrillo y un mate.
Todo sigue igual… ahora hay sol.
Pero la luna lo sabe, y cuando vuelva a salir.
Los incitara a jugar de nuevo.
Ellos otra vez haciéndose los distraídos.
Pondrán las fichas en esa mágica sensación.
Que los hace libres.
Jugaran a matarse, para llegar al cielo.

En ese cuarto de dos por dos.

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